Aceptación de la muerte y del hecho de morir
Prepararse para morir significa
a menudo terminar el trabajo de toda la vida, dejar bien arreglados los asuntos
con la familia y amigos, y hacer las paces con lo inevitable. Para muchas
personas en fase terminal y sus familiares son importantes las cuestiones de
orden espiritual y religioso. El servicio religioso forma parte del equipo
terapéutico en algunos hospitales y centros de cuidados paliativos, y los
proveedores profesionales de atención médica pueden facilitar al afectado y a
sus familiares una ayuda espiritual apropiada si ellos no disponen de un
sacerdote, un pastor u otro consejero espiritual.
- La persona moribunda y su familia pueden sentirse reconfortados con la
ayuda de familiares, amigos y, en ocasiones, sacerdotes.
- · El duelo suele pasar progresivamente por estos cinco estadios
emocionales: negación, ira/enojo/rabia, negociación, depresión y aceptación.
Ante la perspectiva de morir
surgen preguntas acerca del origen y el significado de la vida y las razones
por las cuales se sufre y se muere. No hay respuestas fáciles a estas preguntas
existenciales. Ante la necesidad de respuestas, las personas con una enfermedad
grave y sus familiares pueden recurrir a la religión, a otros parientes,
asesores, amigos, o a la ciencia. Pueden hablar y participar en actos
religiosos o familiares, o tomar parte en actividades que tengan un significado
para ellos. El antídoto más eficaz contra la desesperación es sentirse querido
por otra persona. Los diagnósticos médicos y los tratamientos no deben impedir
preocuparse por las cuestiones de mayor significación ni hacer olvidar la
importancia de las relaciones humanas.
Duelo
Casi todos los individuos
experimentan angustia emocional intensa en respuesta a una pérdida personal
significativa, comprendiendo como tal cualquier cosa que se perciba así por el
individuo. Pueden ser reales y consideradas por otros (p. ej., fallecimiento de
un ser amado, pérdida de posesiones personales), o bien ser percibidas sólo por
el individuo y no pueden ser compartidas o identificadas por otros (p. ej.,
pérdida de la feminidad después de una mastectomía). Cualquier situación que
crea un cambio para un individuo puede ser identificada como una pérdida,
incluso los fracasos (ya sean reales o percibidos) suelen ser vistos como
tales.
La pérdida o pérdida
anticipada de cualquier cosa de valor para un individuo puede activar la
respuesta de duelo.
Este periodo se
caracteriza por emociones y comportamientos propios. El proceso de duelo
“normal” es adaptativo, se caracteriza por sentimientos de tristeza, culpa,
enojo, indefensión, desesperanza y desesperación.
De hecho, la ausencia del
duelo o luto después de una pérdida puede considerarse una mala adaptación.
Etapas del Duelo
Kübler-Ross (1969), en una
investigación extensa con pacientes terminales, identificó cinco etapas de
sentimientos y comportamientos que los individuos experimentan en respuesta a
pérdidas reales, percibidas o anticipadas:
● Etapa 1–Negación:
Esta etapa es de choque y
de incredulidad. La respuesta puede ser “¡no, no puede ser cierto!” La realidad
de la pérdida no es reconocida. La negación
es un mecanismo de defensa que permite al individuo enfrentar el momento
inmediato mientras organiza mecanismos de defensa más eficaces.
● Etapa 2–Enojo:
Los comentarios que se expresan
comúnmente durante la etapa de enojo son: “¿por qué yo?” y “¡no es justo!”;
también son comunes la envidia y el resentimiento hacia individuos que no están
afectados por la pérdida. El enojo puede ser dirigido a sí mismo o desplazado a
seres amados, cuidadores e incluso a Dios. Puede haber preocupación con una
imagen idealizada de la entidad perdida.
● Etapa 3–Negociación:
“Si Dios me ayuda a pasar por esto,
prometo ir a la iglesia todos los domingos y ser voluntario para ayudar a
otros.” Durante esta etapa, la cual, en general, no es evidente para otros, se
hace una “negociación” con Dios para revertir o posponer la pérdida; algunas
veces esta promesa se relaciona con sentimientos de culpa por no haber actuado
de manera satisfactoria, apropiada o suficiente.
● Etapa 4–Depresión:
En ésta se experimenta el impacto de
la pérdida, es decir, la sensación es intensa, los sentimientos de tristeza y
depresión prevalecen. Este es un periodo de desesperación callada y liberación
de toda relación con la entidad perdida. Esta etapa difiere de la depresión
patológica en que representa un avance hacia la solución más que la fijación en
un momento previo del proceso de duelo.
● Etapa 5–Aceptación:
La etapa final trae un sentimiento de
paz con respecto a la pérdida que ha ocurrido. Es el periodo de expectación y
resignación, el enfoque está puesto en la realidad de la pérdida y su
significado para los individuos que son afectados por ella.
Duelo Anticipado
Cuando una pérdida es
anticipada, los individuos con frecuencia empiezan el trabajo de duelo antes de
que ocurra la pérdida real, esto es lo que se llama duelo anticipado.
La mayoría vuelve a
experimentar los comportamientos de dolor una vez que ocurre la pérdida, pero
con el tiempo que han tenido para prepararse facilitan el proceso de luto, lo
cual en realidad disminuye el periodo e intensidad de la respuesta. Los
problemas surgen particularmente en la muerte anticipada de un ser amado, cuando
los miembros de la familia experimentan duelo anticipado y el proceso se
completa de manera prematura, ya que se desapegan emocionalmente de la persona
que está muriendo; ésta se puede sentir rechazada por sus seres amados en el
momento en que el apoyo psicológico es más importante.
Resolución
La respuesta de dolor
puede durar desde semanas hasta años; ésta no puede ser apresurada, los
individuos deben permitirse progresar a su propio paso. Después de la pérdida
de un ser amado, el trabajo de duelo por lo general tarda por lo menos un año,
durante el cual el doliente experimenta cada fecha de “aniversario”
significativa por la primera vez que pasa sin la persona amada.
El tiempo del proceso de
duelo puede ser prolongado por cierto número de factores, es decir, si la
relación con la entidad perdida ha sido marcada por ambivalencia o si ha habido
una relación “amor-odio”, la reacción de la pérdida puede estar cargada de
culpa; ésta a su vez alarga la reacción de duelo porque promueve sentimientos
de enojo hacia sí mismo por haber tenido un mal comportamiento o haberse
portado de manera inaceptable hacia la persona fallecida. Puede incluso llevar
a sentir que el comportamiento del doliente contribuyó a la pérdida.
Se piensa que el duelo
anticipado acorta la respuesta en algunos individuos capaces de enfrentar
algunos sentimientos antes de que ocurra la pérdida. Si ésta es repentina e
inesperada, el dolor puede llevarse más tiempo que en los individuos capaces de
dolerse con anticipación.
La duración del proceso de
duelo también se ve afectada por el número de pérdidas recientes experimentadas
por un individuo y si la persona es capaz de completar el proceso de cada una.
En particular, esto es cierto para las personas mayores, quienes experimentan
numerosas pérdidas —tales como esposa, amigos, otros parientes, funcionamiento
independiente, posesiones personales y mascotas— en corto tiempo. Conforme se acumula el duelo se presenta una
sobrecarga, tarea que para algunos individuos se muestra como una situación
imposible de enfrentar.
Se piensa que la resolución del proceso de duelo ha ocurrido cuando el
sujeto puede mirar en retrospectiva su relación con la persona perdida y
aceptar tanto los placeres como las desilusiones (aspectos negativos y
positivos) de la relación. La
desorganización y el dolor emocional han sido experimentados y tolerados, la
preocupación con la entidad perdida se ha remplazado con energía y el deseo de
llevar a cabo nuevas situaciones y relaciones.
Respuestas
de Duelo de no Adaptación
Las respuestas de no
adaptación a la pérdida se presentan cuando un individuo no es capaz de
progresar de manera satisfactoria a través de las etapas de duelo y llegar a la
resolución. Por lo general, en tales
situaciones se detiene en la negación o en el estadio de enojo del proceso de
duelo.
Se han identificado varias etapas de duelo como patológicas e
incluyen respuestas que son prolongadas, retrasadas o inhibidas, o
distorsionadas. La primera se caracteriza por una
intensa preocupación con recuerdos de la entidad por muchos años después de que
ha ocurrido la pérdida. Se manifiestan comportamientos relacionados con las
etapas de negación o enojo, y es evidente una desorganización del funcionamiento
y dolor emocional intenso.
En
la respuesta retrasada o inhibida, el sujeto se queda en la etapa
de negación del proceso de duelo; el dolor emocional relacionado con la pérdida
no se experimenta, pero pueden ser evidentes trastornos de ansiedad (p. ej.,
fobias, hipocondriasis) o trastornos del sueño o de alimentación (p. ej.,
insomnio, anorexia). El individuo puede permanecer en negación por muchos años
hasta que la respuesta de duelo se active por un recuerdo de la pérdida o
incluso por otra no relacionada.
La persona que experimenta una
respuesta distorsionada permanece en la etapa de enojo del duelo. En
este tipo de respuesta, todos los comportamientos normales relacionados con el
duelo, tales como indefensión, desesperanza, tristeza, enojo y culpa, son
exagerados fuera de proporción a la situación. El individuo vuelve la ira hacia
sí mismo, es consumido por una desesperación abrumadora, y es incapaz de
funcionar en actividades normales de la vida diaria. La depresión patológica es
una respuesta de duelo distorsionada.
Bibliografía.
Moderno.
Schultz – Videbek. (2009) - Enfermería psiquiátrica. Planes y cuidados. 9na
edición. Editorial Manual
______________________________________________________________________________
Ver tema Nº 8:
Impacto de la enfermedad en la persona y en la dinámica de la familia.