Nancy Roper, junto con Winifred W. Logan y Alison J. Tierney, desarrolló un modelo de enfermería basado en las actividades de vida que ha sido ampliamente utilizado en Europa y otras regiones del mundo. Este modelo se enfoca en las actividades observables de las personas y ha sido traducido a varios idiomas. Se basa en trece supuestos principales, incluyendo la idea de que la vida es una combinación de actividades vitales y que cada persona tiene una forma única de realizar estas actividades. También enfatiza la colaboración entre enfermeras/os y pacientes, así como con otros profesionales de la salud.

El modelo Roper-Logan-Tierney se aplica en diversas etapas del proceso salud-enfermedad, incluida la atención al adulto mayor. Se centra en mantener la independencia y la dignidad de las personas mayores, reconociendo que pueden enfrentar problemas reales o potenciales en sus actividades diarias. El cuidado individualizado se basa en la valoración, planeación, implementación y evaluación del proceso de enfermería.

En cuanto a la etapa de vida del adulto mayor, se destaca el crecimiento significativo de esta población a nivel mundial y se subraya la importancia del envejecimiento activo para mantener la salud y la calidad de vida. Se reconoce que el envejecimiento conlleva cambios físicos y psicosociales, pero se enfatiza en la capacidad del adulto mayor para adaptarse y mantener su autonomía en la medida de lo posible. Se aboga por una actitud positiva hacia el envejecimiento y se resalta la importancia de la comunicación cálida y afectuosa con los adultos mayores en el contexto familiar.

Las alteraciones en las actividades vitales, como el mantenimiento del ambiente seguro, la comunicación, la respiración, la alimentación, la eliminación, el aseo personal, el vestido, el control de la temperatura corporal, la movilización, el trabajo, el juego, la expresión de la sexualidad, el sueño y la muerte, pueden ser consecuencia de diversos factores, como problemas de salud, cambios en el estado emocional o situaciones ambientales adversas. Estas alteraciones pueden afectar significativamente la calidad de vida de una persona y requerir intervención de enfermería para ayudar a mitigar o resolver los problemas asociados. Es importante abordar estas alteraciones de manera individualizada, considerando las necesidades y preferencias de cada persona, así como su contexto socioambiental y cultural.