El significado de la enfermedad y la hospitalización para el adulto
Estado de enfermedad:
La forma en que una persona considere la salud y la enfermedad
determinará, en gran parte, las medidas que tome para protegerse y mejorar, así
como el tipo de atención que buscará cuando esté enferma. A este respecto,
también influyen los consejos de sus familiares y amigos. Las personas que
consideran necesitar cuidados médicos suelen recibir mucha asesoría sobre dónde
deben acudir para obtenerla. Hoy en día hay muchas opciones entre las cuales
elegir. Por ejemplo, pueden acudir a un médico privado, a la sección de
consulta externa de un hospital, a una organización para conservación de la
salud o a un centro de salud de la comunidad, pero quizá opten también por
buscar ayuda de cualquiera de los muchos practicantes no médicos de las artes
de la curación, como herbolarios, naturistas o curanderos espirituales. En la
actualidad, un número creciente de personas busca la asesoría de profesionales
médicos, a fin de mejorar la salud y ayudar con las medidas para evitar
enfermedades. Sin embargo, la mayoría de quienes la solicitan acuden porque
están preocupados por su salud: piensan que algo anda malo saben que están
enfermos. Con frecuencia, antes de buscar dicha asesoría han intentado todos
los remedios caseros que han escuchado de la familia y las amistades.
Cuando un individuo decide buscar ayuda profesional, suele estar
muy preocupado. En su primera visita al consultorio o clínica siente mucha
angustia. Desea saber qué le pasa, y al mismo tiempo no quisiera saberlo. Le
gustaría iniciar un tratamiento y, no obstante, puede tener miedo de lo que
"le" harán. Si se ha sometido a estudios de diagnóstico o ha sido
enviado a un especialista para exámenes adicionales, su ansiedad aumentará y
aguardará el dictamen final con gran preocupación. Sus temores suelen
multiplicarse si se le explica que por su estado requiere cirugía u
hospitalización para tratamiento médico. Para la mayoría de las personas, el
hospital es un sitio desconocido, y muchos piensan que es un lugar para morir.
La actitud de la enfermera en el consultorio médico o en la clínica, y los
contactos iniciales que tiene el paciente con la enfermera que lo recibe en una
instalación para pacientes internos, puede ayudarlo mucho durante el periodo
inicial difícil de su enfermedad. La gentileza y paciencia son esenciales. Es
útil recordar que los pacientes con mayores exigencias y críticas suelen ser los
más atemorizados. Ayudarlos a eliminar sus temores es en gran parte
responsabilidad de la enfermera. Quienes tienen interés personal en el paciente
y le muestran respeto corno individuo contribuyen en gran medida a
contrarrestar la despersonalización que suele sentir en una gran clínica para
atención de la salud. Al explicar los tratamientos y procedimientos en términos
sencillos e indicar lo que se les va hacer y la razón de ello se puede eliminar
gran parte de su temor a lo desconocido. El conocimiento de la distribución
física de la institución y los procedimientos también ayudará a que se sienta
más cómodo en ese nuevo ambiente.
Durante las etapas iniciales de una enfermedad los pacientes
suelen permanecer en casa, aunque muchos ingresan al hospital para estudio y
para someterse a una serie de exámenes diagnósticos como internos. En este
periodo pueden experimentar muchas de las molestias que Selye describió
corno" el simple sentirse enfermo". No suelen sentirse bien; pueden
tener síntomas molestos y con frecuencia encuentran que no pueden cumplir con
su carga normal de trabajo sin cansarse o disfrutar de las actividades
ordinarias en sus horas de ocio. Quizá no sientan deseos de ir a jugar a los
bolos con los amigos ni de participar en los juegos de cartas el sábado por la
noche. Las personas suelen ponerse irritables cuando no se sienten bien (Hg.
3-1). Esta irritabilidad puede manifestarse por llanto fácil, que parece surgir
a la menor provocación o enojo. Los individuos reaccionan a los primeros signos
de enfermedad en diversas formas. Algunos intentan negada y
"continúan" a pesar de su fatiga, o incluso tratan de hacer más de lo
acostumbrado para demostrarse que no están realmente enfermos. Varios responden
con enojo a la amenaza de una enfermedad; otros se tornan muy tranquilos y
aislados. Unos pocos parecen disfrutar de sus síntomas y la atención que
reciben de otras personas. Si el individuo piensa que la enfermedad es un
castigo o sabe que ha violado algunas normas de salud, tal vez se sentirá
culpable. Por ejemplo, quienes fuman suelen retraerse y sentirse culpables si
tienen tos o una molestia en el pecho.
Fase aguda de la enfermedad
En una persona muy enferma se alteran todas las áreas de
funcionamiento. Si el problema es físico, el desequilibrio no sólo es
fisiológico, sino que pone en peligro su estado emocional y se trastornan sus
relaciones con otras personas. En lo físico, suele estar débil por la
enfermedad y simplemente no tiene fuerza para afrontar las actividades de la
vida diaria sin considerar que tiene que soportar el estrés adicional. En esta
situación es particularmente vulnerable a agresiones como el choque,
desequilibrio de líquidos y electrólitos o las infecciones. En consecuencia, es
necesario tener cuidados particulares para proteger a estos enfermos de daños
adicionales. Por ejemplo, precauciones especiales contra infecciones y vigilar
de manera cuidadosa sus respuestas fisiológicas para valorar la evolución de la
enfermedad y los efectos de la terapéutica. Mentalmente, las energías del
paciente se enfocan en su enfermedad. Suele estar muy preocupado por los
procesos diarios que suceden en su cuerpo. Desea conocer su temperatura y
presión arterial, y espera con ansiedad el resultado final de las pruebas de
los exámenes. Los intereses de las personas muy enfermas son más limitados: el
paciente está mucho más preocupado de sí mismo y su ambiente inmediato que por
cualquier otra cosa que suceda fuera de su habitación. Con frecuencia sigue
utilizando los mecanismos de defensa que le han resultado útiles para afrontar
las etapas iniciales de la enfermedad, como negación, minimización y represión.
Es importante que la enfermera respete estas conductas y no las objete. Es
esencial que el paciente conserve su integridad, y si ha encontrado algunas
estrategias que le ayuden a 10grarIo, la enfermera debe apoyarlas.6 En el
aspecto social hay algunas expectativas que van aunadas al hecho de padecer una
afección, y la enfermera también espera ciertas cosas de las personas enfermas.
Por ejemplo, debe desear estar bien, ya que la enfermedad no es un estado de
bienestar deseable. Hoy en día también cabe esperar que colabore con quienes le
ayudan en el proceso de sentirse bien y asuma cada vez mayor responsabilidad en
sus cuidados personales. Las personas muy enfermas suelen encontrarse en una
situación de mucha dependencia. Quizá no sean capaces de hacer muchas cosas por
sí mismas y tengan que confiar en otros para que se las hagan. Por ejemplo,
quizá sea necesario que los bañen, cambien de posición o refuercen sus
apósitos. Tal vez necesiten incluso ayuda de la enfermera para conservar una
función corporal tan vital como la respiración. Una persona que ha sido
independiente toda su vida puede encontrar difícil aceptar esta ayuda y la
enfermera necesita tener gran tacto para permitir que conserve el respeto por
sí mismo y su dignidad. Con frecuencia, los familiares del paciente pueden ser
muy útiles durante la etapa aguda, haciendo algunas cosas por él, y la
enfermera debe apoyarlos en su esfuerzo por ayudar al enfermo. [1]
Tipos de
hospitalización:
Hospitalización:
Ingreso de una
persona enferma o herida en un hospital para su examen, diagnóstico,
tratamiento y curación por parte del personal médico. Durante la hospitalización se
realizarán estudios difíciles de cumplir por el paciente en forma totalmente
ambulatoria, y procedimientos diagnósticos.
Un hospital
de día es un edificio sanitario asistencial en el que el paciente
recibe las técnicas terapéuticas que necesita sin abandonar su entorno
familiar. El paciente es internado un número de horas determinadas durante las
cuales recibe aquellos tratamientos que requiere.
Hospitalización domiciliaria:
Para que los
pacientes puedan optar por este tipo de hospitalización, debe contar con una
serie de requisitos, entre los que destacan, su estado de estabilidad
compatible con una cama básica hospitalaria, contar con el apoyo de al menos un
familiar que pueda asistirlo dentro de un lugar con condiciones mínimas de
habitabilidad, además de presentar posibilidades de mejoría. Es un servicio
propio del hospital, formado por personal médico y de enfermería
que presta atención sanitaria en el domicilio del paciente, evitando o
acortando el ingreso en el hospital. La atención que se presta es
puntual hasta la estabilización del proceso o solución del motivo que generó el
ingreso.
Síndrome post-hospitalización:
Estrategias
Para mitigar el
síndrome post-hospitalización y sus riesgos asociados. Análisis de los factores
que contribuyen a la mayor vulnerabilidad de los pacientes en ese período.
Para promover la buena recuperación de los pacientes después del alta hospitalaria los profesionales de la salud suelen prestar mayor atención a los temas relacionados con la enfermedad aguda que motivó la internación. Sin embargo, su atención desproporcionada en la causa de la hospitalización puede estar mal orientada. Los pacientes que son dados de alta del hospital no solo se están recuperando de su enfermedad aguda, sino que también experimentan un período de riesgo generalizado de padecer diversos eventos adversos para la salud. Para ese período de vulnerabilidad, adquirido y transitorio, han propuesto la denominación de “síndrome post-hospitalización”.
Esta teoría indicaría que los riesgos durante el
período crítico de 30 días que siguen al alta hospitalaria podrían derivar
tanto del estrés alostático y fisiológico que los pacientes experimentan en el
hospital como de los efectos persistentes de la enfermedad aguda inicial. Al
alta del paciente, los sistemas fisiológicos están alterados, las reservas
están deplecionadas y el cuerpo no puede defenderse con eficacia de las
amenazas para la salud.
Después del alta hospitalaria, casi la quinta parte de
los pacientes tiene un problema médico agudo dentro de los 30 días, el cual
requiere una nueva internación. Los pacientes recién dados de alta tienen
más riesgo de contraer una amplia gama de afecciones, muchas de las cuales
tienen poco en común con el diagnóstico inicial.
Por ejemplo, en los pacientes internados para el
tratamiento de la insuficiencia cardíaca, una neumonía o la enfermedad pulmonar
obstructiva crónica (EPOC), la causa de readmisión es la misma que el índice de
admisión solo en el 37%, 29% y 36% de los casos, respectivamente. Las causas de
readmisión, sin tener en cuenta el diagnóstico inicial, comúnmente incluyen:
insuficiencia cardíaca, neumonía, EPOC, infección, afecciones gastrointestinales,
enfermedad mental, alteraciones metabólicas y trauma.
La variedad de estos diagnósticos de readmisión ha
sido puesta en evidencia en estudios basados en reclamos administrativos y la
revisión de historias clínicas. Por lo tanto, es probable que esta observación
no sea meramente del resultado de variaciones en la codificación. Otra prueba
de la distinción de este síndrome es que la información acerca de la gravedad
de la enfermedad aguda original no permite identificar cuál de los pacientes
presentará un cuadro médico adverso que requiera una reinternación enseguida
del alta.
¿De qué manera aparece el síndrome post-hospitalización?
Los pacientes hospitalizados no solo sufren una
enfermedad aguda, la cual puede alterar marcadamente los sistemas fisiológicos,
sino que también experimentan un estrés importante. Durante la hospitalización,
los pacientes están habitualmente deprivados de los sistemas circadianos
normales, mal alimentados, tienen dolor y disconfort, se enfrentan a
situaciones desconcertantes y mentalmente desafiantes, regímenes medicamentos
que pueden alterar la cognición y las funciones físicas, y permanecen limitados
por el reposo en cama o la inactividad. Cada una de esas perturbaciones puede
afectar la salud y contribuir a la aparición de deterioros importantes durante
el período de recuperación temprana, incapacidad para rechazar la enfermedad y
predisposición a la confusión.
Trastornos del sueño
Los investigadores han documentado la prevalencia y el
riesgo de esos estímulos estresantes. Por ejemplo, los pacientes
hospitalizados suelen experimentar trastornos del sueño y hay estudios que han
revelado anormalidades polisomnográficas como la reducción del tiempo de sueño
y de las etapas R (movimiento rápido de los ojos (REM) y N3 (onda lenta) y un
aumento en la etapa N1 (no REM). Esta interrupción del sueño puede motivar
conductas incapacitantes y efectos fisiológicos: la deprivación del sueño
provoca efectos adversos en el metabolismo, la función cognitiva, la función y
coordinación físicas, la función inmune, la cascada de la coagulación y el
riesgo cardíaco. Las alteraciones del ciclo sueño-vigilia pueden causar
perturbaciones de los ritmos circadianos y tener efectos adversos, aun de
manera independiente de la deprivación y las anormalidades del sueño. Estos
trastornos ocurridos durante la hospitalización pueden provocar alteraciones
del tipo jet-lag. Los estudios de las personas con jet-lag han revelado una
mayor incidencia de humor disfórico, disminución de la función física, deterioro
cognitivo y trastornos gastrointestinales.
Trastornos nutricionales
Las cuestiones nutricionales durante las
hospitalizaciones pueden causar problemas, pero con frecuencia reciben poca
atención. En un estudio, un quinto de los pacientes hospitalizados ≥65 años
tenían una ingesta promedio de nutrientes inferior al 50% de lo estimado para
mantener su requerimiento calórico. Comúnmente, los pacientes reciben la orden
de no tomar nada por boca durante determinados períodos, durante los cuales no
son alimentados por métodos alternativos. Las cancelaciones y las citas para
los procedimientos o análisis pueden extender esos períodos.
Para los pacientes bajo asistencia respiratoria
mecánica o que no pueden alimentarse por vía oral, suelen producirse retrasos
en el cumplimiento de las necesidades nutricionales. Estas deficiencias, que
raramente son consideradas a la hora del alta, pueden provocar una malnutrición
calórica proteica. Friedmann y colaboradores han comprobado que el
adelgazamiento y la hipoalbuminemia luego del alta son muy buenos predictores
de readmisión dentro de los 30 días. Mientras tanto, la malnutrición afecta a
todos los sistemas orgánicos dando lugar a la alteración de la curación de las
heridas, al aumento del riesgo de infecciones y escaras, a la disminución de la
función cardiorrespiratoria, a la mala evolución de las enfermedades pulmonares
crónicas, al mayor riesgo de trastornos cardiovasculares y gastrointestinales y
a una mala función física.
Trastornos cognitivos
En cuanto a la función cognitiva, los pacientes
hospitalizados suelen hallarse ante diferentes profesionales de la salud, pero
tienen poco tiempo para aprender sus nombres o conocer su rol. Los turnos
suelen ser impredecibles, y en los pacientes que todavía están bajo el efecto del
estrés, la sobrecarga de información puede aumentar aún más es estrés y
provocar confusión. En general, estos estímulos estresantes durante la
hospitalización pueden causar delirio, el cual aumenta el riesgo
post-hospitalización.
Dolor y analgesia:
El dolor y otras molestias comunes en esos pacientes
no suelen ser atendidos en forma adecuada y pueden provocar trastornos del
sueño y del humor y deterioro cognitivo, mientras que está probado que influyen
sobre las funciones inmune y metabólica.
Sedación:
Por otra parte, los medicamentos para tratar los
síntomas pueden afectar negativamente el período de recuperación temprana. A
menudo, como parte del régimen terapéutico indicado al alta, se prescriben
sedantes, en especial benzodiacepinas. El efecto de los sedantes causa
hipercatabolismo, inmunosupresión, hipercoagulabilidad y aumento de la
actividad simpática. El exceso de sedación puede anular la sensibilidad y
alterar la función cognitiva y el juicio, y también puede provocar trastornos
por estrés postraumático.
Debilitamiento muscular:
Por último, los pacientes hospitalizados suelen
debilitarse, de manera que los que recientemente han sido dados de alta suelen
tener menos energía física, coordinación y fuerza, lo que los pone en mayor
riesgo de accidentes y caídas. Estas limitaciones pueden también disminuir su
capacidad para cumplir con las indicaciones pos alta hospitalaria, como por
ejemplo pesarse todos los días. La capacidad para reasumir las actividades
básicas o concurrir a las visitas de seguimiento programadas puede verse
afectada.
¿Por qué es útil reconocer el síndrome
post-hospitalización?
El reconocimiento del síndrome post-hospitalización
puede estimular el desarrollo de nuevas intervenciones para promover la
recuperación. “Aunque necesitamos continuar mejorando la atención transicional
y asegurarnos de que la condición por la cual el paciente fue inicialmente
internado ha sido exitosamente tratada,” dicen los autores, “también
necesitamos considerar los factores que durante la hospitalización y el período
de recuperación temprana favorecen la vulnerabilidad durante ese período.”
¿Qué se puede hacer ahora?
Como mínimo, los autores recomiendan evaluar la
condición del paciente antes del alta, considerando los detalles que van más
allá de lo relacionado con la enfermedad inicial, como su capacidad funcional
cognitiva y física y el estableciendo indicaciones y medidas de soporte
apropiadas. Ellos también utilizan las estrategias de mitigación del riesgo que
contemplan otros factores además de la causa de la hospitalización inicial y
promueven la prevención de las infecciones, los trastornos metabólicos, el
trauma y toda la gama de eventos que comúnmente ocurre durante este período de
riesgo generalizado.
El conjunto de estrategias para mitigar el síndrome
post-hospitalización y sus riesgos asociados podría incluir la consideración de
los estímulos estresantes que probablemente contribuyen a la vulnerabilidad de
los pacientes inmediatamente después del alta:
·
Reducir las interrupciones
del sueño
·
Minimizar el dolor y el
estrés
·
Promover una buena
alimentación
·
Compensar las deficiencias
nutricionales
·
Optimizar el uso de sedantes
·
Promover prácticas que
reduzcan el riesgo de delirio y confusión
·
Alentar el mantenimiento o
la mejoría de la actividad física
·
Facilitar las funciones
cognitiva y física.
Conclusiones.
Durante la internación, los médicos no solo deben
dedicarse a las urgencias de la enfermedad aguda sino también deben buscar
activamente la promoción de la salud fortaleciendo a los pacientes y aprovechando
sus reservas fisiológicas. La atención del sueño, la nutrición, la actividad,
la fuerza y el manejo cauteloso de los síntomas puede brindar grandes
beneficios. Muchas intervenciones pueden ser similares a las que se aplican
para reducir el delirio. Las internaciones más cortas favorecen aún más la
preparación de los pacientes para una convalecencia exitosa desde el primer
día.
Los autores afirman que, si se logra poner en práctica
estos conceptos en un intento por ayudar a los pacientes con enfermedades
agudas, no se genera ningún peligro. “Necesitaremos difundir nuestros esfuerzos para reducir las
readmisiones durante este período de alto riesgo explorando nuevos abordajes,
para hacer que la hospitalización sea menos perjudicial y promoviendo el pasaje
seguro de los pacientes de las salas de atención de agudos.”
Bibliografía:
Autor/a:
Dr. Harlan M. Krumholz, M.D. N Engl J Med 2013; 368:100-102January 10, 2013
Consideraciones
de enfermería durante la hospitalización en pacientes con discapacidad
preexistente.
Durante la hospitalización, así como durante los períodos de
enfermedad o lesión aguda,
o mientras se recuperan de una cirugía, los pacientes con discapacidad preexistente
pueden necesitar ayuda para llevar a cabo las AVC que de otra manera podrían
realizar en el hogar de forma independiente y fácil. Debe preguntarse a los
pacientes sus preferencias sobre los abordajes para llevar a cabo sus AVC y los
dispositivos de asistencia que requieren deben estar disponibles. Una
planificación cuidadosa con los pacientes para garantizar que la sala del
hospital esté organizada con su información de ingreso, les permite
administrarse de la forma más independiente posible. Por ejemplo, los pacientes
con paraplejía pueden trasladarse independientemente de la cama a la silla de
ruedas; sin embargo, si la cama se deja en una posición elevada, es posible que
no puedan hacerlo. Si los pacientes suelen emplear animales de servicio para
ayudarlos con las AVC, es necesario gestionar su alojamiento. Si los pacientes
con pérdida auditiva o visual son hospitalizados, es esencial establecer
estrategias de comunicación eficaces. Se deben implementar y utilizar métodos
alternativos para que estos pacientes se comuniquen con el equipo de atención
médica, y todos los miembros del personal deben saber que algunos pacientes no
pueden responder al intercomunicador o al teléfono. Si los pacientes tienen
problemas de visión, es necesario orientarlos en el espacio y hablar con ellos
en un tono de voz normal. Puede ser necesario derivar al paciente con un
terapeuta del habla o un especialista en comunicación para ayudar a identificar
métodos alternativos (uso de sonidos, gestos, movimientos oculares) entre el
personal de enfermería y el paciente cuando éste tiene una discapacidad
cognitiva grave que afecte el habla.